El psicólogo clínico Steve Biddulph en su libro “El secreto del niño feliz” lo explica claramente.
Sorprendentemente, lo que los niños quieren es más barato que cualquier juguete y más sano que una chuchería…
Como padres nos hacemos infinidad de preguntas sobre nuestros hijos: ¿Por qué siempre dan guerra? ¿Por qué siempre investigan lo que no deben, hacen cosas prohibidas, molestan, desobedecen, provocan y desordenan todo?
Pues bien, los niños dan guerra por una razón: ¡TIENEN NECESIDADES NO SATISFECHAS!
Y entonces nos preguntamos: ¿qué necesidades no satisfechas puede tener mi hijo/a? Tiene juguetes, alimento, ropa, caprichos, duerme limpio y calentito…
Sin embargo, existe otra necesidad que está por debajo de las necesidades básicas anteriormente citadas y que es vital para hacer que los niños crezcan sanos y felices.
Los niños necesitan AMOR para vivir.
Cuando son bebes les encanta que los toquen y los abracen. Cuando son adolescentes se sienten incómodos con ciertas muestras de cariño, aunque admiten que les gusta ser queridos como a todo el mundo.
¿Cómo podemos mostrar este AFECTO?
Además del contacto físico (besos, abrazos, caricias…) existen otras formas de dar afecto y una de ellas es la PALABRA.
Los niños necesitan ser reconocidos, que se advierta su presencia, les gusta ser incluidos en una conversación, que escuchen sus ideas y que se les admire.
Darle importancia a sus problemas (para nosotros pueden no tener relevancia pero para ellos pueden ser un mundo), dirigir la mirada cuando reclaman nuestra atención o interesarnos por sus gustos y actividades diarias cubren las necesidades psicológicas del niño que son tan simples y a la vez tan esenciales.
Esto ocupará muy poco de nuestro tiempo si se realiza amorosamente y no detrás de un periódico o de una revista.
Virginia Pérez Domínguez.